Ir al contenido principal

Somos peregrinos que a lo largo de caminos diversos penamos con destino a la misma cita (S. Exupéry, Cartas a un Rehén).

Comentarios

Entradas más populares de este blog

El primer rey de Narnia y el tío Andrew

 En el sexto libro de Las Crónicas de Narnia, el Sobrino del mago, figura el relato del génesis narniano. Aslan crea a los seres cantando, y les regala a los animales el habla, a la vez que les enseña la doble función del lenguaje: el humor y la justicia.  A los pocos eones, el mal se infiltra en la forma de una bruja, por culpa de la inocencia de un niño, Digory, quien la había despertado de un sueño que parecía definitivo.  Entre los espectadores de la creación, además de la bruja y Digory, se encuentran Polly (vecina de Digory), Andrew (el tío de Digory, que era una especie de hechicero menor) y un "cabby" o cochero que entró en Narnia -o lo que se disponía a ser Narnia- por pura casualidad.  Cada uno de ellos recibe una misión.  Digory, la de buscar una manzana en un jardín amurallado (una versión alternativa del Jardín de las Hespérides).  El cochero, la de ser el primer rey de Narnia.  En la cosmovisión de Lewis, hay que ser niño para tener unos minutos de recreo en el

Banquetes, guerras y jardines

 Estos días estuve más ansioso de lo habitual. Encuentro mis jardines mal cultivados.  Hablando de jardines, acabo de leer el discurso de Agatón, en El Banquete. Dice que Eros solo se detiene donde hay flores, ya sea en el cuerpo o en el alma.  Cuenta Homero que Héctor, antes de enfrentarse con Aquiles, huyó de él, y perseguido y perseguidor dieron tres vueltas alrededor de Troya. Un espectáculo que mantuvo impresionados a los dos ejércitos y a todo el panteón olímpico. El mejor Héctor aparece en el canto XX o XXI de la Ilíada. Porque ahí emerge el Héctor más humano, el que tiene febriles accesos de cobardía, al punto de sentirse tentado a entregarles a los griegos todo lo que pedían, para terminar la guerra. El héroe que quiere rendirse. El que quiere escapar de su hado. Ese es el único campo fértil para ser héroe (Tyrion Lannister dixit ): la consciencia de la propia fragilidad y el deseo de abandonar todo y refugiarse en la ciudadela. Dejar de beligerar, diría Dolina.  Sócrates, seg

Saint Exupéry, Machado y una variable moderna de las bodas de Caná

El mundo dispara al que vuela. Su horror a lo aéreo está expresado en la ley de gravedad: los pies deben ir embarrados, siempre.  Saint Exupéry fue testigo de esa verdad en carne propia. Los alemanes le dispararon, allá en Arrás, a modo de bienvenida y despedida al mismo tiempo. Él, mientras esquivaba los proyectiles nazis, enviaba los propios. Solo que estos presentaban una configuración distinta.  Eran versos. Hieren de otra manera. De un lado, en sentido ascendente, el deseo de esparcir la muerte. Del otro, en sentido contrario, la evocación de la niñez, el azul del cielo y las ciruelas. (Cómo olvidar el último verso de Machado en Colliure: "ese cielo azul y este sol de la infancia").  Los alemanes no estaban preparados para el intercambio.  En ese sentido, Exupéry fue un reformador más grande que Calvino y un transformador inferior a Cristo.  Al igual que Jesús cambió el agua en vino, el piloto francés cambió las balas por ciruelas.  Supo erigir una catedral en pleno vuel