Somos peregrinos que a lo largo de caminos diversos penamos con destino a la misma cita (S. Exupéry, Cartas a un Rehén).
En el sexto libro de Las Crónicas de Narnia, el Sobrino del mago, figura el relato del génesis narniano. Aslan crea a los seres cantando, y les regala a los animales el habla, a la vez que les enseña la doble función del lenguaje: el humor y la justicia. A los pocos eones, el mal se infiltra en la forma de una bruja, por culpa de la inocencia de un niño, Digory, quien la había despertado de un sueño que parecía definitivo. Entre los espectadores de la creación, además de la bruja y Digory, se encuentran Polly (vecina de Digory), Andrew (el tío de Digory, que era una especie de hechicero menor) y un "cabby" o cochero que entró en Narnia -o lo que se disponía a ser Narnia- por pura casualidad. Cada uno de ellos recibe una misión. Digory, la de buscar una manzana en un jardín amurallado (una versión alternativa del Jardín de las Hespérides). El cochero, la de ser el primer rey de Narnia. En la cosmovisión de Lewis, hay que ser niño para tener unos minutos de recreo en el
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