La humanidad ya ha ofrecido todo lo que tenía para dar. Ha agotado todas sus reservas, llevado al acto todas sus potencias. Ya ha elaborado todo el arte de que era capaz, y ha olvidado su capacidad redentora. Ya ha exprimido su lenguaje, y cansada de su auge lo ha mutilado. Ya ha regado la tierra con santos para todos los gustos. Ha parido ya todos sus héroes. Todos sus buenos reyes y todos sus tiranos, déspotas y sátrapas. Todos sus gobernantes mediocres. Ya ha dado su provisión de alimentos, ha mejorado los productos de la tierra y justificado el paladar. Ya ha regalado su más alta expresión literaria, y ahora se dedica a hacer obras autorreferenciales, fácilmente digeribles, plagadas de personajes sin vocación de trascendencia. Ya ha suavizado el peso de la tierra con óperas, baladas, cantos épicos y canciones de cuna. Ahora, por una triste infertilidad, ha pegado la vuelta a los primeros balbuceos, al ruido sin melodía y a la letra sin levadura. Ya ha surtid...